lunes, 16 de abril de 2012

Llegando a la Estrada Real, por el Caminho Viejo, que va a la ermita, que va a la ermita.

Los portugueses son geniales poniendo nombres. O se les va la olla exagerando (como llamar comisaria a las azafatas de avión, doctor a cualquier menda con un título de abogado, dentista o fisioterapeuta) o no se calientan la sesera y te ponen cosas como Cordeirópolis, Teresópolis o directamente Minas Gerais, minas en general, vamos, porque resultaba que estaba lleno de ídem, cuajadito de oro y diamantes hasta el punto en que la ciudad de Ouro Preto la plata llegó a valer más que el oro.

Entrando en Minas Gerais en el pueblo de Ouro Fino, tierra de buenos mozos

Durante los años locos de los descubrimientos y exploración de los territorios de Minas Gerais, Bahia y Mato Grosso se fueron creando vías de comunicación con la capital, Rio de Janeiro, y con otros puertos importantes como Paraty. Las más importantes de estas carreteras se llamaron Estradas Reales y por ellas fluyó la riqueza de esta tierra hacia Europa.
Andrelándia, donde dormimos en el post anterior, con su iglesia colonial al fondo

A la vera de estas Estradas florecieron villas y ciudades muy prósperas. Ciudades como Ouro Preto, Ouro Branco, Diamantina (¿no os dije que se mataban con los nombres?) fueron importantísimas paradas. Al igual que pasaba con los virreyes y gobernadores españoles, los Capitaes y Coroneis portugueses se peleaban a saco entre ellos por conseguir las prebendas y derechos de paso de estas rutas. A partir del siglo XVIII estalló una auténtica fiebre de oro y codicia que transformó totalmente esta tierra al colonizarse gran parte del actual Brasil.


Llegamos a la Estrada Real en el pueblo de São Lourenço, ya en Minas Gerais. Me pareció algo proverbial porque precisamente aquí tiene lugar el mayor encuentro de motos de todo Brasil, el Megacicle (www.megacycle.com.br). El pueblo está llenito de manantiales de agua, como toda esta región y de adoquines asesinos que pavimentan el suelo y te los ponen de corbata por lo resbaladizos que son (como en toda la región).

web completísima sobre la Estrada Real http://site.er.org.br/   

La Estrada está jalonada de postes como el de la foto que te indican donde estás y la distancia a la próxima localidad. En Brasil esto es una peregrinación parecida a nuestro Camino de Santiago pero con un toque histórico ya que las ciudades más viejas del país se encuentran a lo largo de la misma.


La ruta es un regalo. Curvas suaves entre cafetales, barrancos y cerros tapizados de verde. Pequeñas villas donde la peña te saluda al pasar, caipivaras que se te cruzan (esta vez no hay cabras!) y un montón de sitios donde pararte a disfrutar de la vista.


Llegamos a mediodía a una de las joyas de la corona: São João del Rey, así en español. La ciudad nació al rebufo del oro y es patrimonio histórico. Está cuidadísima y muy bien conservada como podéis ver. Es una reliquia del siglo XVIII, fundada en 1701 y epicentro de un pasaje muy sangriento de la historia brasuca: la Guerra dos Emboabas.


A finales de 1600 los bandeirantes paulistas exploraron la región de Minas Gerais y descubrieron oro a punta pala, reclamando la propiedad de estas tierras. Con la fiebre dorada empezaron a llegar miles de portugueses, pernambucanos y bahianos a quienes los paulistas llamaban despectivamente “Emboabas”, palabra tupí que puede significar peludos o extranjeros, no está muy claro el tema.


Hay que entender que estas tierras eran totalmente salvajes. No había carreteras, ni agricultura ni infraestructura. Una alqueira de harina que costaba 640 réis en São Paulo en Minas llegaba a los 43.000!!.
Tampoco había mucho sentimiento de nación. Los paulistas llamaban a los pernambucanos de “extrangeiros”, con eso os hacéis idea de como estaba el ambientillo por el 1707…hasta que pasó lo pasó, empezaron las tortas. Bandeirantes y emboabas empezaron a matarse, al principio despacito, en riñas de taberna y lupanar, después en público en plazas y campos y por último organizados en batallones que se disputaban las villas, minas y fazendas de ganado, la otra gran commodity en disputa.

puente precioso y viejuno, viejuno

No sé si fue porque el Rey quería quitarle poder a la muy influyente São Paulo pero el caso es que al final les quitó su apoyo y los paulistas fueron derrotados de modo que aquellas tierras ganaron una capitanía propia, la de Minas Gerais, que se convirtió en la más rica del imperio gracias al oro que fluyó hacia Portugal. Los Mineiros, muy listos ellos se inventaron una estupenda excusa para quedarse con más oro construyendo iglesias a cascoporro y revistiéndolas con retablos de oro, cálices y un montón de objetos áureos con la justificación de que aquello era para Dios y así el rey no podía quejarse…una putada para el pobre monarca que no podía costearse así sus cacerías de elefantes y leones en Angola.

Retablo de oro de Na. Sa. del Pilar...la Pilarica!

La guerra se acabó con la infausta matanza de 300 paulistas que se acaban de rendir bajo juramento de que se les perdonaría la vida y franquearía la retirada hasta casa. Nada más entregar las armas los pasaron a cuchillo en un lugar que se llamó desde entonces o “Rio das Mortes”. 

Estatua en honor a los Emboabas...la historia siempre la escriben los ganadores


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